La expresión de «El Dios de Elías» es un sentido máximo de propiedad, el profeta experimentó un acompañamiento importante de parte de nuestro creador; después de conocer la historia de este gran profeta no es difícil saber por qué Dios se quiso identificar como Dios del profeta. Este hombre, sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, logró mostrar el poder de Dios en la nación donde predicó, un desafío nada despreciable para aquellos que servimos a Dios predicando el evangelio.
Fueron muchas las cosas que tuvo que pasar este hombre llamado por Dios antes de aparecer en la escena bíblica como el profeta que desafiaría el culto a Baal, no conocemos el antes de Elías, la Biblia no menciona sus pruebas antes de este día, pero, por nuestra experiencia, sabemos que no es fácil obtener un respaldo tan grande de parte de Dios si antes Dios no ha tratado con nosotros en cada parte de nuestra vida.
El Desafío de Superar la Historia
La historia de Elías nos llena el alma al saber quiere actuar si hay un hombre que se dedica a buscarle. El Dios de Elías no solo estuvo con él, sino que prometió estar con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo; no solo puede escribirse la historia de la iglesia y del evangelio con el título del Dios de Elías, sino también el Dios da cada uno de nosotros.
Eliseo enfrentó este sentimiento de incompetencia para el cargo, pero su dedicación al servicio de Dios y del profeta, le hicieron merecedor del manto, o del puesto del profeta Elías. Él no pensó en muchas cosas cuando recibió la capa, él tenía algo en mente solamente, deseo una doble porción de tu espíritu.
Solicitar la doble porción es una bendición cuando sabemos qué significa, la doble porción era la que se daba al primogénito con el fin de cuidar la posteridad del primogenitor. Eliseo se llamó a sí mismo primogénito del ministerio de Elías, y por eso, sintió derecho de invocar el Dios de Elías cuando debió pasar el río Jordán nuevamente.
Eliseo logró lo que se propuso con la unción heredada de Elías, la Biblia registra el doble de milagros en las manos de Eliseo, tuvo la doble porción que había pedido. Durante su ministerio escuchó voces que le hacían menor que Elías, pero Eliseo siempre supo que lo grande de su maestro no era el nombre de Elías, sino el Dios al que servía.
Todos podemos hacerlo
El Dios de Elías reposó en Eliseo y le dio una doble porción de milagros. El Dios que hizo descender fuego del cielo y también quitó la lepra de Naamán, también abrió los ojos del ciego y sanó enfermos cuando pasaba la sombra de Pedro. El legado de milagros y maravillas hechas por Dios pertenece a la iglesia de este tiempo también, no pertenece a los hombres que Dios usó, sino que pertenece a los hombres que buscan a Dios.
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